Lo voy a decir, aunque me crucifiquen:
Solo conozco dos países en el mundo donde puedes pedir un café espresso, sea donde sea, y tienes un 99% de probabilidades de que esté bueno: en Italia y en Portugal. El resto, tierra quemada. O torrefactada.
Si habéis viajado por el país vecino y sois adicto al buen café (como un servidor) os habréis fijado que no falla: pidas donde pidas un espresso, ya sea en una cafetería de postín del Chiado lisboeta o en un tugurio rural en medio del Alentejo, te lo sirven como debe ser: en una taza estrecha y alta, con su crema, con su dosis justa de acidez, con su amargor contenido, con aroma a café y no a torrefacto quemado.
Via el blog de Paco Nadal
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